miércoles, 27 de julio de 2016

El cielo llora


¡¡Muy buenas a todos y a todas!! ^^ Sé que no le doy nada de caña al blog, el curso me ha absorbido demasiado, por desgracia, y la señora Inspi no me visita a menudo. Iría a buscarla, pero nunca me dice su dirección :(
Sin embargo, lleva unos días rondándome la cabeza una idea y bueno, he acabado por desarrollarla. Esta vez escribo por culpa de un incendio que lleva dos días (y lo que te rondaré, morena) asolando cientos de hectáreas no demasiado lejos de donde vivo
Espero que os guste ^^




Escuchó un sonido muy fuerte que provenía del cielo. No sabía lo que era, pero sí noto que pasó muy rápido e incluso desestabilizó algunas partes de su cuerpo. Estuvo atento a partir de ese momento, pues quería saber qué era lo que sucedía a su alrededor.

Apenas tardó en volver a escuchar el mismo sonido, esta vez, le pareció que incluso repetido. Seguía sin saber qué era lo que lo provocaba, pero esta vez pudo concretar la localización hacia la que iba el sonido. Dirigió su atención hacia la zona y lo vio claramente. Las llamas habían comenzado a adueñarse del monte. Todavía quedaban lejos de su posición, pero ver un fuego tan vívido, tan brillante, tan flamante acercarse a él, le hizo temerse lo peor.

Pasó un largo rato contando las avionetas que intentaban calmar el fuego y aguardaba el momento en que ya no fueran necesarias. Sin perder de vista las llamas, pensaba en un plan de escape que consiguiera sacarle de aquel infierno. Se fijó en el cielo y en su color blanquecino, un blanco ahumado que empezaba a cubrir todo sobre sus cabezas.

De pronto, vio unos cuantos humanos dirigirse hacia él. Su esperanza volvió a resurgir y una sensación que no sabía explicar muy bien se instaló en su cuerpo. Pensó que serían bomberos y demás implicados en la batalla contra el fuego y que habían llegado para salvarlo. Tal fue su desgracia, que todos pasaron de largo sin prestarle ningún tipo de atención. Intentó convencerse de que no le habrían visto o de que había algún tipo de prioridad mayor que él, pero aún así, no se explicaba cómo pudieron ignorarle.

Siguieron pasando los minutos, e incluso las horas, y por allí no vio a nadie más. Todas las personas que había visto se habían dirigido hacia el corazón del incendio y ninguna había vuelto a por él. Ya con un cielo oscuro a causa del humo, su visión quedó gravemente disminuida y no podía ser testigo ni de lo que ocurría a escasos metros de su posición. Miró en todas las direcciones y nada le hizo pensar que podría salvarse.

Ya desesperado y sumido en una profunda tristeza, notó algo muy cálido tocar su cuerpo. Una ráfaga de viento sopló desde la dirección del fuego hacia él, hecho que le costó una buena quemadura en un costado. La pasividad abandonó su cuerpo y presa del pánico, intentó huir. No pudo moverse ni un ápice, algo le impedía emprender la marcha y por más que lo intentaba, sus esfuerzos eran en vano.

Temía por su vida, sabía que su momento estaba a punto de llegar y miró al cielo, o donde creía que se encontraba el cielo detrás de un humo negro cual carbón. Una gran cantidad de agua le cayó encima, pero no fue suficiente para calmar el ataque del fuego, las avionetas habían llegado tarde. Lo último de lo que fue testigo, fue un sol rojo que intentaba luchar por sobresalir del manto oscuro que cubría el cielo.



Poco a poco se fue consumiendo. No quedó de él más que un altísimo y triste esqueleto carbonizado y cenizas a su alrededor. Unas cenizas que, de seguro, habían formado parte de las lágrimas del cielo.