domingo, 19 de julio de 2015

Reflejo feliz

Muy buenas ^^ Hoy os traigo una reflexión que se me ocurrió estando con mis primos pequeños el otro día. Son mellizos y creedme cuando os digo que tienen baterías infinitas. Pensé en que yo también quería que me traspasaran energía y... Voilà!
Espero que os guste ^^


Vemos niños por la calle, correteando y haciendo ruido, persiguiéndose y riendo sin parar, sin tener ninguna preocupación. No somos pocos los que, algunas veces, podemos quejarnos internamente queriendo que paren quietos y nos dejen continuar con nuestra tranquilidad. No nos paramos a pensar que ellos están disfrutando de unos años gloriosos, unos momentos que probablemente apenas recuerden en unos cuantos días, pero que en ese instante les está haciendo aprender, relacionarse, forjarse como persona. A veces olvidamos que nosotros también fuimos niños.

Vivimos apresurados, no saboreamos el momento y a veces nos sumimos en una espesa amargura. Y me podéis decir ¿Acaso podemos vivir de otra manera con los tiempos que corren?. Pues, quizá, sí.

Nosotros, al contrario que los niños, sí tenemos preocupaciones. Es algo que viene con la oferta de cumplir años, y eso está bien. Madurar y darse cuenta de las cosas nos cuesta disgustos, aunque siempre nos aporta una moraleja que, si bien sabemos escuchar, hará que donde vimos una tragedia, ahora veamos cenizas de alegría. Es muy fácil decirlo y muy difícil hacerlo, pero creo que me podréis entender.

Sólo hay que aprender a canalizar las cosas que nos pasan. Saber que no todo el bueno, que la vida tiene sus momentos malos, pero que si hay algo por lo que estamos aquí, es para disfrutar. Aunque estemos en el más profundo y oscuro abismo, puede que no haya luz, pero sí puede haber esperanza. Esa esperanza nos puede hacer ver la luz, y una vez la hayamos visto, sólo tenemos que imaginarla más grande y más luminosa para que elimine cada pequeña, cada imperceptible mota de impureza de nosotros.

Pensemos en los pequeños. Ellos no se ciñen a hechos objetivos, su realidad es tan fantasiosa que se creen capaces de todo. ¿Por qué nosotros no podemos tener en algún momento esa sansación de invulnerabilidad? Quien quiere, puede, en la mayoría de los casos.

Otra cosa que hacen los pequeñajos es pedir ayuda a la primera de cambio. Cosa que los adultos muchas veces nos negamos en rotundo a hacer. La carga es menos pesada entre dos personas que si la lleva una sola. También ambas personas pueden ser capaces de llevarla sin que caiga nada de la carga por el camino y sean ellas las que vayan deshaciéndose de lo que sobra. En cambio, si la lleva una sola, es posible que caigan cosas que no quiere y esto haga tropezar a varias personas, viéndose afectadas por algo que no les concierne en absoluto.

También le dan mucha importancia al presente, y no al futuro, sobre todo el lejano. Se centran en lo que quieren ahora, en lo que harán mañana, en lo que les ha pasado hoy. No piensan lo que querrán dentro de medio año por navidad, en lo que harán cuando acaben en colegio, en lo que les pasará dentro de 5 años.

Admitamos que en ocasiones nos preocupamos por temas que no tienen la importancia que le damos. Ahorrémonos esos pensamientos. Admitamos que en ocasiones se nos ocurren mil y una posibilidades que pueden pasar al realizar una acción. Ahorrémonos las conjeturas. Admitamos que nos obsesionamos con que las cosas salgan a nuestra manera. Ahorrémonos nuestro punto de vista.
Y así, posiblemente, podamos ser más felices.


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